La ansiedad es un mecanismo natural, que sale a flote cuando nuestro cuerpo necesita mantenerse alerta ante sucesos o situaciones comprometidas. En un principio, este proceso no es negativo ya que tiene la función de mantenernos alerta y concentrados ante situaciones peligrosas. Una ansiedad moderada puede incluso ser beneficiosa para afrontar nuestros retos. El problema se da cuando esta es desproporcionada y nos vemos saturados o desbordados. En este post vamos a intentar ayudarte a controlar este proceso y a evitar, en la medida de lo posible, que afecte de manera negativa a nuestro estado físico y anímico.
Lo primero que debemos conocer es qué efectos tiene esta ansiedad negativa sobre nuestro sistema y por qué se produce. Cuando nuestro sistema de respuesta ante situaciones estresantes se ve desbordado tiende a funcionar de manera incorrecta debido a una saturación. Esto puede agravar la situación o por el contrario bajar nuestra defensa frente a ella de tal manera que creamos que el peligro es inexistente, quedando paralizados y generando un sentimiento de indefensa. Este último síntoma puede llegar a influir en nuestro funcionamiento psicosocial y fisiológico, creando un trastorno en la persona.
Existen diversas causas por las que podemos sufrir un exceso de ansiedad:
- Una de ellas es genética. A través de nuestros genes podemos haber heredado esta predisposición a sufrirla. No obstante, tal y como explica Sociedad Española de Psiquiatría (SEP), esto no quita que alguien sin un antecedente en su familia no pueda padecerla ante una situación de tensión.
- El consumo de drogas es otro de los potenciadores de esta patología. Sustancias como el THC, el éxtasis, las anfetaminas o el LSD, pueden alterar de manera permanente nuestro sistema nervioso.
- Las circunstancias o hechos puntuales son otras de las causas más frecuentes. Un accidente, o una experiencia traumática como un atraco o un secuestro, pueden ser la causa de la ansiedad. Tras sufrir alguna situación desagradable nuestro cuerpo se prepara para afrontarla, pero en ocasiones esa situación nos supera. Por ello nuestro sistema, a pesar de haber combatido con éxito esa dificultad, sigue alerta, prolongando la ansiedad y el estrés. A este proceso se le conoce como trastorno de estrés postraumático, y puede durar días, semanas e incluso meses.
- Otra causa común son las experiencias vitales o significativas que tenemos a lo largo de nuestras vidas. No es necesario que lleguen a ser traumáticas, basta con sufrir un cambio inesperado como un despido laboral, un ascenso… o incluso un cambio vital como puede ser el embarazo puede afectar de manera significativa.
Tan importante es conocer lo que sufrimos como saber detectarlo a tiempo. Existen dos tipos de síntomas principales que se dan en aquellas personas que sufren ansiedad, los mentales y los físicos.
Los síntomas mentales se manifiestan en forma de preocupación constante, una alta irritabilidad, dificultad para concentrarse, problemas para dormir y cansancio. Y los físicos pueden aflorar como sudores excesivos, alta tensión muscular, mareos, temblores y desmayos, indigestión constante, diarrea, pulsaciones elevadas o respiración profunda.
Ahora que ya sabemos qué es la ansiedad y como puede manifestarse, podemos empezar a hablar de como combatirla.
- Es muy importante ser consciente en todo momento de lo que nos está pasando; afrontar la situación es fundamental para superarlo. Saber controlar tus emociones ayuda, y mucho, en este caso, afrontar la situación de frente te ayudará a controlarla y erradicarla.
- Haz respiraciones profundas. La relajación es esencial para acabar con este tipo de problemas; deja la mente en blanco e intenta dejar atrás todo aquello que te altera y trastoca tu estado. Utiliza la respiración abdominal para equilibrar tu pulso y volver a un plácido estado de calma. Prueba a utilizar esta técnica cuando sientas que la sensación de agobio aumenta, verás rápidamente los resultados.
- Expresa tus sentimientos. En ocasiones nos reprimimos, guardamos en lo más hondo de nosotros aquellas cosas que queremos gritar al mundo. ¡No lo hagas!, cuéntale tus problemas a alguien cercano y desahogate. La mayoría de veces, esconder nuestros sentimientos de disgusto hace que vayamos acumulando pequeñas «piedras de estrés»; no esperes hasta estar al límite par decirlas, porque esto puede acarrear consecuencias negativas. Expresa a menudo tus emociones, no tengas temor a parecer débil ni te pares a pensar en la opinión de los demás, el esfuerzo por contenerte es muy perjudicial para tu estado anímico y creará mayor tensión emocional.
Tener unas pautas rutinarias a la hora de relajarte será muy beneficioso para tu salud; duerme bien, intenta conseguir un descanso plácido y relajado, aleja de ti aquellas cosas que te alteren o disgusten y afronta de frente todos aquellos problemas que te surjan. Solo así podrás plantarle cara a la ansiedad. Nuestro ritmo de vida cada vez se ve más acelerado, por ello es muy importante ser capaces de encontrar un pequeño hueco para nosotros mismos en el que podamos relajarnos y conocernos más a fondo; salir a correr, hacer deporte, practicar yoga o meditación, o simplemente dar un paseo, puede aliviar mucha tensión acumulada a lo largo del día. Estas pequeñas acciones pueden ayudarte a superar las dificultades diarias y a evitar que tu estrés o agobio lleguen al límite.
Última modificación: 15/06/2021