Había una vez un muchacho que tenía un gran agujero en la manga. Esto le daba tantísima vergüenza que en la escuela no le era posible prestar ninguna atención a las explicaciones del maestro.
Su madre no podía remendárselo; trabajaba en casa de gente extraña.
En su apuro se dirigió el chiquillo a las muchachas y les dijo:
-¿Quién quiere zurcirme mi juboncillo?
Pero las muchachas, ocupadas en jugar al escondite, no tenían tiempo para ello.
Entonces se dirigió el muchacho a las mujeres y les dijo:
-¿Quién quiere zurcirme mi juboncillo?
Pero las mujeres tenían que lavar los platos, y así le contestaron.
-¡Vuelve mañana!
Pero el muchacho no se atrevió a ir de nuevo a la escuela con el agujero en la manga. Se ocultó detrás de la escuela, y se encaminó presuroso al bosque. Miró hacia el tierno follaje de primavera y preguntó al cielo azul:
-¿Quién me zurcirá mi juboncillo?
Entonces, ante sus narices, descendió una araña a lo largo de un hilo. El muchacho recordó, al verla, una cancioncilla que le habían enseñado en la escuela:
¡Oh araña de larga patita!
Es tu hilo como seda finita.
Ligero, añadió a la canción:
Zúrceme tú, araña, por favor
el agujero de mi jubón,
para que yo, ¡ay, pobre de mí!
pueda a la escuela hoy asistir.
La araña se deslizó por su hilo hasta el chiquillo y contempló con atención el gran agujero de la manga. Ãgilmente corrió de un lado a otro y anudó, de arriba abajo, firmemente, los hilos. Luego corrió en círculo alrededor del agujero, cien veces quizás, y no cesó de enlazar hilo con hilo, hasta que todo el agujero quedó oculto por ellos, magníficamente entrelazados.
-¿Cuánto tiempo durará el zurcido? Âpreguntó el chiquillo.
La araña no pudo darle ninguna respuesta; pero el cuclillo pasó volando sobre la cabeza del muchacho y cantó repetidamente:
-¡Cu-cú! ¡cu-cú! ¡cu-cú!
-¿Tres años? -exclamó gozoso el chiquillo-. ¡Qué alegre estoy!
Se encaminó presuroso a la escuela y llegó a tiempo para la lección.
¡Qué maravillosamente podía ahora atender! Ni una sola palabra del maestro se dejaba perder el chiquillo; pues, no teniendo ya ningún agujero en la manga, tampoco tenía ya por qué avergonzarse.
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Última modificación: 15/06/2021