Cuento: El oso de caramelo

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Había una vez un niño llamado Marc que vivía junto a sus padres y hermano mayor a las afueras de la ciudad. Su padre trabajaba en la fábrica de dulces ositos de caramelo que estaba a una milla de su casa.

A Marc le encantaban esos dulces y los comía a todas horas.

Un día su padre llegó a casa escondiendo algo en su espalda.

– ¿ Qué llevas ahí ? – preguntó curioso Marc

Su padre le mostró entonces un enorme osito de plástico de color naranja igual a los deliciosos ositos de caramelo que fabricaba.

Marc se puso muy contento con el regalo sorpresa de su padre y aquella noche durmió con el osito al lado de su cama.

De repente, el osito naranja, comenzó a mover sus grandes ojos negros de un lado para el otro y en un instante estaba pegando saltos por la habitación. Estaba tan entusiasmado correteando por todos lados que tiró al suelo varios juguetes y Marc sobresaltado se despertó por el ruido. Se sentó en la cama y cuando vio a su osito corretear por su cuarto se quedó patidifuso, sin habla.

El osito, que vio como Marc le miraba atónito, se fue hacia él y cogiéndolo de la mano lo llevó hasta la ventana y sin que Marc lograra reaccionar ambos saltaron hacia el jardín.

Cuando sus pies tocaron el suelo, Marc vio que aquello no era su jardín, si no un mundo hecho enteramente de caramelo. Los arboles eran piruletas, las flores golosinas de fresa y los caminos lenguas de azúcar.

 

dientes

 

Marc, reaccionando ante tal despliegue de dulces, comenzó a dar saltos de alegría diciendo:

– ¡ Esto es fabuloso ! – y empezó a comer dulces sin parar llenándose los carrillos.

Con la barriga ya llena de caramelo Marc miró a su osito y este sonriendo echó a correr y Marc decidió seguirlo.

Cuando ya casi no le quedaba aliento al niño de tanto correr con la panza llena, vio que el osito se paraba y se daba la vuelta mirándole fijamente. Marc miro alrededor y vio que ya no había caramelos y que en su lugar estaba rodeado de dientes por todo el suelo.

– ¿ Que es todo esto ? – preguntó extrañado y angustiado a su oso.

– Son los dientes de los niños que han comido muchos caramelos y no se han lavado los dientes – respondió el oso todo serio mientras levantaba una ceja y miraba fijamente a Marc.

Marc vio que los dientes estaban feos y negruzcos y haciendo una mueca de desagrado se quedó pensativo.

De repente exclamó:
– ¡ Por favor osito dime donde puedo lavarme los dientes ! , ¡ no quiero quedarme sin dientes !

El osito le cogió de la mano y lo acompaño de nuevo por el mismo sendero de azúcar que habían recorrido y parándose frente a la casa de Marc le señaló la ventana de su habitación.

Marc dudó por un momento, pero encaramándose a la marquesina que sujetaba una hermosa planta trepadora llegó hasta la ventana. Se dispuso a dar el último saltito para entrar en su habitación y cuando puso sus pies en el suelo se dio cuenta que estaba sentado en su cama.

¡ Todo ha sido un sueño ! – exclamó – ¡ estaba dormido y acabo de despertar !

Mirando hacia la silla de al lado de su cama allí estaba el enorme oso naranja de plástico, rechoncho y gordote.

Marc se puso en pié, tomó al oso en brazos y dirigiéndose hacia el baño decidió que nunca más desobedecería a sus padres y todos los días tras comer los deliciosos ositos de caramelo se lavaría sin falta los dientes.

Mientras Marc se lavaba los dientes, el osito descansaba sobre el taburete del baño y sin ser visto, dibujo una enorme sonrisa en su redondota carita de oso.

– No ha estado mal – pensó – he conseguido que Marc sea cuidadoso con sus dientes.

Y colorín colorado este cuento se ha acabado.

 

 

 

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Fotos: Flickr.com

Última modificación: 15/06/2021

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